Se puede decir que, por frecuencia, el primer signo del envejecimiento es cuando se tiene “dificultad para trabajar después de estar toda la noche levantado”.
Entre los 34 y los 60 años se empiezan a producir cambios corporales leves, aunque alrededor de los 44 años existe un aumento de casos de enfermedades cardiovasculares y una disminución del metabolismo de la cafeína, el alcohol y las grasas (o lípidos). De los 60 hasta los 78 años los cambios están relacionados con el sistema inmune, el metabolismo de hidratos de carbono (diabetes) y la función renal. A partir de los 78 años, la vejez se considera instaurada.
Poco a poco van apareciendo:
En la piel: sequedad, pérdida de pelo y aparición de canas, arrugas en la frente y los ojos (“patas de gallo”).
En el aparato cardiovascular: hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca, afectación de las arterias coronarias.
En el aparato urinario: disminuye la capacidad para concentrar la orina por lo que la frecuencia de micciones aumenta, sobre todo, por la noche (nicturia), y aparece la hipertrofia prostática en el hombre.
En el aparato digestivo: empieza la pérdida de piezas dentales, lo que dificulta una correcta alimentación. También puede aparecer estreñimiento por disminución del peristaltismo intestinal y por la inmovilidad.
En el sistema osteomuscular: disminuye un 30% de la masa muscular, disminuye la densidad ósea (osteoporosis) y aparece un desgaste articular (artrosis, sobre todo en la columna cervical y en articulaciones que han sufrido un traumatismo previo.).
En el cerebro: se produce una disminución de neuronas con la consiguiente disminución del rendimiento, pérdida de la memoria, sobre todo de los recuerdos a corto plazo, y periodos de confusión que no alteran una vida normal.
En los ojos: disminución gradual de la visión de cerca (presbicia), de la visión nocturna, del tamaño de la pupila. Y aparecen cataratas
En el oído: se produce una pérdida de la audición de altas frecuencias.
La vejez se caracteriza además por:
-Alteración del ritmo del sueño. El 90% de los ancianos sufren algún problema para dormir. El levantarse para orinar, la dificultad respiratoria al estar tumbado, el dolor propio de la artrosis, etc. pueden despertar a la persona. Por todo ello en la vejez no existe, de forma real, un sueño nocturno ininterrumpido, sino que hay una mezcla de vigilia, reposo, adormecimiento y sueño durante la noche.
-Normalmente se produce una nutrición deficitaria (menos de 1.000 calorías al día) debido a muchos factores:
- Menor sensación del gusto y del olfato.
- Problemas relacionados con la dentición (pérdida de piezas dentales, uso de prótesis).
- Disminución de la agudeza visual y sordera, enfermedades como la artrosis o la enfermedad de Parkinson que pueden llevar a una pérdida de la capacidad física impidiendo el poder obtener y preparar los alimentos.
- Disminución en la sensación de sed con la consecuente disminución en la ingesta de líquidos lo que conlleva una mala digestión y una posible deshidratación.
-Cambios en la actividad física. La mayoría de los ancianos padecen una disminución de la movilidad con limitación de sus actividades cotidianas. Las causas más frecuentes son:
· La artrosis : enfermedad crónica progresiva que se manifiesta con dolor, deformidad y limitación de la movilidad articular. Normalmente sólo afecta a una articulación (manos, rodillas, columna vertebral o caderas).
· La artritis reumatoide: es una enfermedad crónica sistémica frecuente que afecta a muchas articulaciones a la vez y de forma simétrica (con rigidez articular matutina diaria y prolongada, con tumefacción, dolor, deformidad y disminución de la movilidad). Afecta sobre todo a manos, muñecas, codos, rodillas, tobillos y pies.
· Otras enfermedades: gota, traumatismos, osteoporosis, enfermedad de Parkinson, etc.
La inmovilidad supone un riesgo importantísimo en los ancianos y debe evitarse a toda costa. Puede llevar a desarrollar desnutrición, trombosis venosa, estreñimiento, úlceras de decúbito, incontinencia urinaria, infección pulmonar, depresión, etc.
-Cambios en la sexualidad:
La menopausia es el último período o regla que tiene una mujer y se sitúa alrededor de los 47 años de edad. Se confirma tras un año de amenorrea o sin regla, por lo que durante todo este tiempo se debe seguir utilizando un método anticonceptivo.
El climario es el período inmediatamente anterior y posterior a la menopausia, y comprende entre 10 a 15 años, durante los cuales la función de los ovarios disminuye y el cuerpo de la mujer va experimentando distintos cambios hormonales por disminución de los estrógenos (aparición de sofocos). o calores, sudores nocturnos, sequedad vaginal, taquicardia, dolores musculares…). Cuando la sequedad vaginal interfiere en las relaciones sexuales, conviene dedicar más tiempo al juego amoroso, las caricias y los masajes eróticos mejoran la lubricación vaginal, aunque también pueden usar vaselina, aceite de oliva, etc. no cambia con la menopausia. El deseo sexual puede reducirse temporalmente por otros problemas diferentes pero no por los cambios hormonales. En esta etapa las relaciones tienen muchas ventajas, desaparece el miedo al embarazo, se dispone de más tiempo y además, con los años, se gana en experiencia.
Los cambios sexuales masculinos que ocurren en el envejecimiento pueden asemejarse a la impotencia. La erección suele retrasarse y debilitarse, la sensibilidad peneana disminuye y el volumen del eyaculado, en general, es menor. Frecuentemente se produce un orgasmo sin eyaculación, lo que es importante que conozcan los dos miembros de la pareja. La detumescencia suele ocurrir más rápidamente después de la eyaculación y el periodo refractario, que es el tiempo necesario para que se produzca una nueva eyaculación, suele prolongarse hasta 12 o 24 horas en algunos casos.
Sin embargo, la experiencia y el control acumulados con los años por los varones ancianos, sobre todo cuando tienen una pareja conocida, pueden mejorar significativamente la función sexual con la edad.
RECOMENDACIONES:
- Una dieta equilibrada es fundamental en un anciano con buen estado general. Esta debe estar basada en la ingesta de cinco grupos básicos de alimentos: lácteos, carnes, frutas, vegetales y cereales. Si se ingieren estos alimentos básicos se obtendrán aproximadamente 1.200 calorías. En el lado opuesto está el anciano obeso al que se debe recomendar siempre una dieta de adelgazamiento o mantenimiento, recordando que no debe perder más de 0,5-1 Kg por semana.
- Disminuir el consumo de alcohol a partir de los 40 años para compensar la falta de metabolismo del mismo.
- Hacer más ejercicio para proteger el corazón y mantener la masa muscular. También es importante reforzar los músculos pélvicos haciendo el ejercicio de contraer los músculos como “parar cortar el chorro de orina” manteniéndolo durante 15 segundos, durante 10 veces al día, para evitar la incontinencia urinaria o salida involuntaria de orina y para que las relaciones sexuales. sean más agradables.
- Procurar mantener un descanso nocturno en la cama durante un mínimo de 6-7 horas, sabiendo que se van a producir varios despertares y momentos de sueño ligero. Evitar los productos para dormir (hipnóticos, ansiolíticos…..) porque pueden provocar caídas, por pérdida de equilibrio, al levantarse de la cama.
Buenas tardes Doctora por poner a nuestro alcalde tantos y buenos consejos; seguiré encantada este interesante blog.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu blog. Enhorabuena que tengas suerte. Gustado mucho. Enhorabuena y te visite mucha gente. Un abrazo
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