Una persona se considera alcohólica cuando ha perdido la capacidad de
decisión y no puede escoger voluntariamente cuándo y cuánto beberá, bien por:
- La incapacidad de dejar de
beber cuando ha empezado a hacerlo ó por
- La imposibilidad de abstenerse
de beber cuando la ocasión se presenta.
El alcohol es una droga de curso legal,
que se usa de forma cotidiana en nuestra sociedad. Se pasa del consumo al abuso
cuando el individuo empieza a desarrollar una tolerancia a una determinada
cantidad de alcohol, de forma que cada vez necesita mayor cantidad para
sentirse “satisfecho”. Y como existen falsas creencias sobre los efectos del
alcohol, ya que parece que excita, esto supone un condicionante para seguir con
el consumo.
Pero el alcohol es un depresor del sistema
nervioso central y produce una disminución del nivel de conciencia, es decir,
disminuye la capacidad de diferenciar lo que tiene peligro de lo que no,
aceptando “una cosa como buena” aunque suponga un riesgo para la vida (por
ejemplo, conducir), y además, deja que se expresen las emociones reprimidas en
condiciones normales dando una falsa sensación de euforia.
A efectos de una valoración para el
trámite de un informe psicofísico favorable en un centro de reconocimiento de
conducir, a las personas que dicen que consumen alcohol se las clasifica en:
- Personas consumidoras de
atracones esporádicos relacionados con el ocio. El riesgo se relaciona con
los síntomas agudos de borrachera y/o resaca.
- Personas consumidoras crónicas
que lo hacen por debajo del consumo de riesgo. Han desarrollado tolerancia y
empiezan a presentar signos y síntomas relacionados con el consumo crónico
de alcohol.
- Personas consumidoras crónicas
con consumos de riesgo. Llevan años de consumo, con problemas físicos
y psicológicos relacionados con dicho abuso.
Los síntomas que presenta una persona que ha bebido son:
A corto plazo:
- LA BORRACHERA, cuando se ha bebido sin
control: cansancio, vómitos, vértigo, sensibilidad a la luz y al ruido,
irritabilidad, sudor y aumento de la presión arterial.
- LA RESACA, después de unas horas de
dejar de beber: dolor de cabeza, náuseas, mal estado general, etc., debido
a la lenta eliminación del alcohol por parte del hígado.
A largo plazo:
- LA DEPENDENCIA. Aparece un estrechamiento
paulatino de la forma de consumo, se fija un horario para empezar a beber
y sólo se bebe una determinada bebida. Como la tolerancia al alcohol es
transitoria para un consumo determinado, se empieza a necesitar menos
cantidad para conseguir sentirse bien. Los signos y síntomas
sugestivos de consumo crónico son: descuido físico, contacto visual pobre,
movimientos inquietos, ictericia o subictericia de la conjuntiva ocular,
olor corporal característico (alcohol, cetónico, cannabis, ácido, etc.),
sequedad de boca (signos colinérgicos), piel húmeda, caliente y sudorosa,
arañas vasculares en la cara (telangiectasias malares), presencia de
circulación colateral en el abdomen, rinofima (nariz engrosada y
enrojecida), ginecomastia en el varón, problemas al caminar y mantener el
equilibrio, temblor ligero de manos (signos extrapiramidales), lenguaje
alterado (forma, tono, contenido).
- LA ABSTINENCIA, de forma regular, empiezan a
aparecer algunos síntomas por falta de alcohol: alteraciones del sueño,
sudoración nocturna, náuseas matutinas, temblor distal persistente (en
manos), inestabilidad motora, cefalea y embotamiento mental matutino. A
estos le pueden seguir: soñar exageradamente, alucinaciones, grandes
temblores de manos y un consumo matinal de alcohol para controlar los
síntomas de privación durante el periodo de sueño.
- EL DELIRIUMS TREMENS aparece por dejar de
beber de forma brusca: sudor intenso, temblor, hiperreflexia,
convulsiones, intranquilidad, angustia, insomnio, rechazo de líquidos,
alucinaciones visuales (visión de animales terroríficos), alucinosis,
sobre todo, auditiva (voces). Y tiene un riesgo para la vida.
- LOS TRASTORNOS RELACIONADOS, que pueden ser:
- Enfermedades médicas asociadas:
- Digestivas: sangrado en el tubo
digestivo (varices esofágicas, úlcera gástrica), enfermedad hepática
(cirrosis), pancreatitis.
- Problemas cardiovasculares:
hipertensión arterial, arritmias, infarto de miocardio.
- Alteraciones neurológicas:
cerebelosas, encefalopatía alcohólica, crisis convulsivas, neuropatía
periférica (que afecta principalmente a las piernas), accidente cerebro
vascular (ACV) isquémico o hemorrágico.
- Alteraciones nutricionales:
obesidad, delgadez, desnutrición, anemia.
- Problemas de sueño.
- Traumatismos accidentales.
- Frecuentes infecciones
urogenitales. Trastornos menstruales en mujeres. Impotencia en hombres.
- Cánceres en: cavidad oral,
faringe, esófago, hígado, laringe, colorrectal, mama (en mujeres).
- Enfermedades psicológicas
asociadas: Ingresos en salud mental y/o seguimiento en unidades de adicciones.
Patrones rígidos de comportamiento, incapacidad para controlar el consumo,
comorbilidad con trastornos de personalidad. Alteraciones cognitivas, disejecutivas,
de la atención, de la percepción y de la memoria. Alteraciones del pensamiento.
Enlentecimiento motor y psicomotor. Distorsiones sensoriales. Mayor
impulsividad. Mayor tolerancia al riesgo. Búsqueda de novedades. Sensación
subjetiva de seguridad.
- Problemas sociales: Sanciones de tráfico,
historial delictivo. Incapacidad laboral. Problemas familiares, sociales y/o
económicos.
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